lunes, 26 de mayo de 2008

Paraguay, músicos, política y nuevo gobierno (I)

Los interpretes de música folclórica y popular.

Compartimos la idea de que un pueblo con IDENTIDAD produce mejores riquezas, enfrenta con mayor éxito males como la impunidad, la corrupción, las drogas, etc. Un pueblo con IDENTIDAD es un pueblo ENTUSIASTA deseoso de construir su futuro. Alguno dirá que justamente estas malas características se han convertido en nuestra IDENTIDAD, esos es cierto pero lo que queremos es RECUPERAR, CONSTRUIR o RECONSTRUIR la que entendemos por verdadera y aquí nos referiremos a lo que respecta a la música popular del Paraguay y principalmente a sus músicos.

La miseria en que se debaten los interpretes de la música popular del Paraguay, la de inspiración folclórica, es la que explica su decadencia o existencia marginal, tal cual lo demuestra la facilidad con que otros ritmos y estilos opuestos surgen y se arraigan en nuestro pueblo. La decadencia de lo nuestro, no explica la miseria de nuestros músicos, es lo contrario, la miseria de nuestros músicos, explica la decadencia de nuestra música. La llamada ¨globalizaciòn¨ expone en toda su dimensión nuestro ¨punto débil¨ y acelerado avance en ese sentido.

El débil mercado de nuestra música popular se refleja en la situación lamentable en que se encuentran nuestros eventos musicales (festivales, fiestas tradicionales, etc), que están en su mayoría sumidos en una profunda crisis, afectados principalmente por un ejercito de operadores políticos metidos a ¨gestores culturales¨, que han copado y minado los cimientos de estos emprendimientos, en los casos en que no pudieron hacerlo, el gobierno les aplica una ¨terapia¨ de asfixia económica e indiferencia, todo esto con la complicidad de algunos medios de difusión, programas culturales y/o ¨crìticos¨ tendenciosos, beneficiados con algún auxilio económico en auspicios o temerosos de las consecuencias, no en pocas ocasiones, sus criticas están sujetas a sus prejuicios políticos y pierden toda objetividad.

Nuestra música folclórica es esencialmente rural, pero acompaña la destrucción y crisis de las poblaciones campesinas, el éxodo a las ciudades con todo su bagaje de miseria provocados por el modo capitalista de producción agrícola, deja su huella indeleble en nuestras raíces. Nuestros ritmos folclóricos y populares necesitan con urgencia el ¨ropaje urbano¨ para no extinguirse, un ropaje que los eleve sin deformarlos.

La mayoría de nuestros interpretes, ha iniciado su carrera con los ideales mas nobles y hoy ya los ha abandonado siendo su ¨arte¨ solamente una forma de ganarse la vida. Por eso ha dejado de ser arte, se le ha despojado del sentimiento inicial, ha sucumbido al mercado cuyas reglas y ¨gusto¨ dictan los medios de difusión, esos mismos medios y programas que muchas veces pagamos nosotros con el dinero de Itaipù.

El que no cree que nuestra música está tan mal, que se pregunte, ¿Por qué nadie la critica?, le respondemos que: NADIE QUIERE HABLAR MAL DEL MORIBUNDO, nuestra música está tan mal que estamos obligados a perdonarle TODO, la falta de criticas es la mayor prueba de su crisis.

Para nuestros músicos, la relación, mercado y sobrevivencia, generalmente opera y produce los siguientes resultados:

- Surgen los interpretes adoptando como contenido principal la música popular de inspiración folclórica y con el decidido afán de aportar nuevos elementos, buscando su propia identidad.

- Luego de un tiempo que dura a veces algunos años, golpeados por la implacable realidad, van abandonando de a poco los propósitos originales y se desintegran o transforman en otra cosa. Muchas veces perdemos importantes valores que dejan la música y optan por actividades mas rentables como el periodismo por ejemplo.

- La ¨adaptaciòn¨, significa incorporación en sus repertorios, de música ¨comercial¨ que la gente acepta con facilidad y esto favorece las contrataciones. Normalmente el publico no percibe que gran parte del repertorio que escucha no es disfrutado por el propio interprete, sino dictado por ¨el mercado¨ y que de ser por él, no lo haría. Esto es válido para el interprete de origen e inspiración folclóricos que se ve obligado a tomar otros caminos.

- La música que dio origen al surgimiento de estos interpretes, termina existiendo en un segundo plano muy relegado, o en casos, desapareciendo.

- Los interpretes deben preparar repertorio para el mercado, es decir, ¨bailable¨, ¨retro¨, ¨tropical¨, ¨folclòrico¨, etc. Con las graves consecuencias que trae ello:

1. El nivel y calidad disminuye drásticamente (se abarca mucho).

2. El publico se ¨adapta¨ y es ¨educado¨ por este tipo de músicos que son los de mayor vigencia (estos se convierten en el paradigma).

3. Cuando no hay motivación y retribución, no hay creación. La mayoría de nuestros interpretes somos ¨clones¨ o ¨malas copias¨ de interpretes extranjeros o de los pocos interpretes exitosos de nuestro pasado, algunos peor que todo, son copias de las copias. Escuchando las emisoras radiales, nos damos cuenta que las interpretaciones de la mayoría de nuestros músicos son en esencia las mismas, tienen las mismas armonías, son copias una de la otra, no tienen identidad propia, el oyente común solo diferencia las apariencias, los rasgos superficiales, determinada característica de una voz, etc., sin embargo toda la estructura armónica vocal e instrumental son esencialmente similares.

La invasión cultural, es aceptada sin el menor intento de resistencia. El deformado mercado de nuestra verdadera música , empuja a los interpretes y creadores al abismo cultural, a incorporar elementos que en muchos, si no en la mayoría de ellos, son contrapuestos a las raíces de nuestra música. Sin embargo, hay que señalar que nuestra música de raíz folclórica y sus ritmos, comparten una misma esencia con otras de nuestra región que lejos de contraponerse, se complementan, además, hay que observar que en dichos países, también se puede ver una debilidad similar a la nuestra, pero no tan agresiva como lo es en nuestro caso.

Los casos mas claros de invasión cultural, se dan en las regiones fronterizas con el Brasil, agravada por la diferencia de idiomas. Una probable ventaja, si se la sabe explotar, es que el sector poblacional, mayoritariamente de Río Grande do Sul (¨Gaùchos¨), quienes masivamente han penetrado en nuestro territorio formando colonias y ciudades donde ellos son absoluta mayoría, han incorporado como suyos, varios ritmos de la música popular del Paraguay, Argentina y Uruguay. Ellos han asumido el ritmo de la polca por influencia del chamamè desde hace muchos años, lo cual facilita la ventaja antes mencionada, en Río Grande, el chamamè es un ritmo muy popular, así como la guarania, también el idioma guaranì es visto con agrado por este sector poblacional. Sin embargo, no hay que engañarse con esto, ya que las poblaciones, que son ciudades y pueblos enteros, reproducen sus culturas sin la mínima consideración de la nuestra, además, los ritmos de la música brasileña, las que le son originarias, en su mayoría, no tienen iguales raíces que nuestra música, y aquí se da un abismo mayor en relación a la dificultad para la coexistencia en el sentido de que se complementen, lo mismo no ocurre con ritmos folclóricos de la Argentina y Bolivia que si pueden complementarse con mayor facilidad.

Los ¨Brasiguayos¨ son llamados así, solo porque viven en Paraguay y son brasileños, no porque hayan incorporado elementos de nuestra cultura que permitan una amalgama de proporciones equitativas, tal cual sugiere el engañoso nombre.

Finalmente y ante las nuevas perspectivas, hay que señalar que la corrupción está metida en todo, en las organizaciones que nuclean a los interpretes, en muchas organizaciones culturales, comisiones, entes, en las cooperativas que han perdido totalmente el sentido de su promoción y aporte a la cultura y capitulado a la ¨parranda¨, que se benefician de la fama de los interpretes en vez de promoverlos, aunque digan todo lo contrario, o que hacen de la ¨promociòn cultural¨ grandes negociados. En fin, el panorama actual es sombrío y desolador, pero mucha gente está esperanzada con las nuevas perspectivas.

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